SAN ROQUE, UN PROYECTO ANDALUZ DE TODOS Y PARA TODOS.

El Partido Andalucista del Municipio de San Roque, está formado por personas, como tú, interesadas en que nuestro municipio avance y se desarrolle en el seno de una sociedad justa, multiplural y tolerante.

El Albarracin, entre higueras, tunas y caserios.

--Siempre ha estado poblado desde el inicio de la creación de San Roque como ciudad. Incluso se llega a decir en un estudio que una de sus zonas albergó uno de los primeros asentamientos con posterioridad a la pérdida de Gibraltar después de 1704. Restos de épocas antiguas coexisten en terrenos cercanos con la expansión urbanística sin control de los últimos 30 años.

--El Albarracín es una de las joyas del municipio sanroqueño. Mucha gente de campo se ha criado en este territorio tranquilo, surtido de extensas lomas, que ha dado muchos frutos agrícolas y ganaderos durante tres siglos a sus pobladores para el autoabastecimiento o para la venta. Hoy en día, es extraño que no haya parcela o parcelista que no posea un pequeño o gran huerto.

--La situación actual ha cambiado muchísimo con respecto a hace tan sólo 40 años. Esta zona, hoy en día todavía con la calificación de rural, se está convirtiendo poco a poco en la nueva barriada de San Roque, una futura pedanía en la que conviven, en su mayoría, familias de clase media.

--Aún así, el ambiente rústico se resiste a dejar paso al futuro desarrollo del lugar. Existen todavía muchas grandes áreas en las que se desprende esa nostalgia del pasado, ese olor inconfundible a campo en lugar de a cemento.

--Una prueba de esos recuerdos imborrables de la infancia de muchas familias que hoy viven en la ciudad se encuentra en algunos caseríos, fincas y cortijos que siguen conservando el nombre, aunque no el territorio original, en la zona.

--La finca La Caracolera, el Huerto de Albalate, la finca La Marruta, la finca El Valle, la finca La Tinea, la finca El Higueral (hoy dividida en dos partes, y subdividida en numerosísimas parcelas), la finca El Estanquillo, la finca La Velasca, la finca La Barbera, la finca La Bodega, el cortijo El Salomón, o el cortijo Albalate, entre otras, son lugares que evocan para muchos ciudadanos sanroqueños que dieron sus primeros pasos en esta tierra un sinfín de sensaciones, emociones y recuerdos antiguos que no se deberían perder.

--En la actualidad, El Albarracín es un lugar que va perdiendo su encanto originario para dar lugar a un nuevo encanto, el del desarrollismo imparable. De entre 25 y 30 familias aproximadas que vivían hace medio siglo en la zona en chozas, chozajos o pequeñas casas construidas a base de barro, piedra y tejas, se ha pasado a una población actual de miles de personas que, bien viven esporádicamente en casas de segunda residencia, o de manera continuada y definitiva en primeras residencias.

--De los antiguos caseríos sólo quedan en pie cuatro, uno junto a la finca El Estanquillo, que se encuentra abandonado. El acceso está restringido y es de difícil acceso por estar invadido de espesa vegetación. Tomando una cañada real se llega a los tres restantes, la finca La Portada, la Casa de la Luz y el caserío del cortijo El Salomón. De la Casa de la Luz hay que decir que servía antes como almacén de la compañía Sevillana de Electricidad. Empleados de esta empresa paraban en esta casa para reparar las líneas de alta tensión esparcidas por toda la zona.

--Los postes eran antes de madera, y no metálicos como ahora, y los trabajadores venían a la Casa de la Luz desde la Estación de San Roque para montar esas grandes líneas que conectaban a distintos pueblos.

--En la Casa de la Luz vivía también una familia, que organizaba a menudo fiestas y bailes. Esto transcurrió en muchas décadas del comienzo y mediados del siglo XX, y en ellas se congregaban la mayoría de escasos habitantes del Albarracín y de otras zonas campestres limítrofes. La mayor parte de los caseríos que había a mediados de la centuria pasada, incluyendo los que quedan en pie, databan o datan de mediados o finales del siglo XIX, o principios y mediados del siglo XX.

--Además de los cuatro caseríos, aún permanece en pie, aunque en ruina total, un caserón en Albalate. El antiguo colegio Albarracín, también forma parte del pasado reciente de la zona.

--En ellos no había ni luz ni agua. Los lugareños utilizaban el agua potable existente en muchas fuentes repartidas por todo El Albarracín y por el cercano Pinar del Rey. Cogían el preciado elemento en cántaros, y lo cargaban en bestias para luego, a cuestas, trasladarlo a las casas. Con respecto a la luz, los habitantes se servían en sus casas de candiles o faroles para iluminar en la noche las estancias.

--Las condiciones de vida eran sanas, en continuo contacto con la naturaleza, aunque por otro lado duras, con muchísimas horas de trabajo diarias en las que las familias numerosas (casi todas lo eran) tenían que mantenerse a base de los frutos que daba la tierra.

--Siempre se ha vivido en la zona, hasta hace bien poco, de la agricultura y la ganadería, a excepción de las familias que se sustentaban de jornales. En el siglo XX, la cosecha principal de todos los años se basaba en el trigo, las habas, los garbanzos, el maíz, la cebada, las patatas, las sandías o los tomates.

--Había vecinos que poseían tunas, y luego cargaban los chumbos en bestias para transportarlos de madrugada al Huerto de La Línea de la Concepción para, a muy temprana hora de la mañana, vender la mercancía. También se vendían habas y guisantes.

- I N I C I O. - partido andalucista de San Roque.